miércoles, 24 de octubre de 2012
El bosque de Valorio en Zamora
El Bosque de Valorio es una zona boscosa en la parte noreste de la ciudad de Zamora, formado por varios ecosistemas y con una gran riqueza natural. Constituye un remanso de paz, al que el poeta Agustín García Calvo dedicó Valorio 42 veces.
Existen referencias históricas indirectas de este bosque desde la Edad Media. En el siglo XVI está constatada su explotación forestal. En 1550 se repobló el Alto de Valorio con pinos, mientras que en el arroyo de Valorio se hacía lo mismo con chopos y álamos. El olmo y el álamo negro parece que se introdujeron a lo largo del siglo XVII.
En el siglo XVIII, el de la Ilustración o Las Luces, aumenta el interés por los jardines y parques en las ciudades europeas. Las grandes actuaciones en este bosque se inician hacia 1762 con la masiva plantación de los Pinus pinea o pino piñonero, que hoy confieren su personalidad a una parte de Valorio. Entre 1767 y 1770 se reparan sus fuentes y se construye la de los Remedios o de San Martín de Abajo, para cuyo suministro se debe levantar un acueducto conocido como Los Arcos.
En 1935, durante las guerras carlistas, se recurre a la madera de Valorio para las obras de fortificación de la ciudad. Entre 1841 y 1852, el concejo de Zamora adopta medidas de reforestación y de reacondicionamiento del este bosque, destacando la construcción de la Casa del Guarda, de estilo suizo. Las reformas del bosque continuaron a lo largo de las últimas décadas del siglo XIX destacando la construcción del estanque de Los Pinares y, sobre todo, la Fuente del León, en 1884.
El tendido de la línea férrea, en 1927, afectó intensamente el Bosque de Valorio. Los movimientos de tierra y los túneles redujeron el ya exiguo espacio del bosque, por lo que en la década de los cuarenta del siglo XX el ayuntamiento de Zamora procedió a la compra de parcelas privadas que rodeaban al bosque.
Valorio ocupa cerca de 80 ha, distinguiéndose dos zonas claramente diferenciadas.
La primera, de unas 12 ha, corresponde a la zona de entrada desde la ciudad, en la que se mantienen grandes espacios ajardinados y una zona de ocio formada por pequeños bares y zona de juegos infantiles. En esta zona queda incluida la zona de parque neoclásico y romántico con paseo principal y fuentes.
Las restantes 68 ha de Valorio son de naturaleza principalmente forestal, donde se incluyen las laderas de umbría y solana que rodean los barrios de San Isidro, Espíritu Santo, San José Obrero y San Lázaro, así como, una zona llana en la parte inferior que contiene vegetación de ribera situada en el torno del arroyo de Valorio, en cuya margen derecha se halla un pinar centenario. También posee dos campos de fútbol de césped artificial y una pequeña pista polideportiva.
Antes de la llegada de la grafiosis del olmo, Valorio constituía una de las mayores olmedas de España. El olmo o negrillo era el árbol característico de la zona. De su glorioso pasado como olmeda, sólo perviven los ejemplares jóvenes demostrando así que quien tuvo, retuvo.
Pero el Bosque de Valorio no sólo posee valores históricos, paisajísticos, forestales o biológicos, sino también geológicos, tal como pone de manifiesto el libro de Jesús F. Jordá Pardo, Rocas, formas y fósiles. Patrimonio geológico de la provincia de Zamora.
Siguiendo a este autor, las areniscas silíceas de Zamora en Valorio constituyen un PIG, punto de interés geológico. En el mismo se encuentran unas series siderolíticas del final del Cretácico y comienzos del Paleoceno. Encima de estos materiales se sitúan las arenicas de Zamora, constituídas por areniscas y conglomerados, fuertemente cementados por sílice. Ascendiendo por los escarpes, aparecen unos depósitos finos de limolitas y margas, que contienen restos de quelonios y peces fósiles del Eoceno. Por encima de ellos, se hallan depósitos cuaternarios del Pleistoceno.
Es decir, en Valorio se guarda un trozo de la historia de la Tierra y de la historia geológica de España.
Entre los estratos del final del Cretácico superior y los de los inicios del Paleoceno inferior se hallaría la conocida como línea o límite K-T, por sus iniciales en alemán, que separa los estratos del Mesozoico y el Terciario, el antes y el después de la extinción masiva del Cretácico-Terciario, hace 65 millones, que vio desaparecer a los dinosaurios y cuyos niveles anormalmente altos de iridio, llevaron a los Walter Álvarez, padre e hijo, a emitir la teoría de que esta extinción se había producido por el impacto de un enorme meteorito.
Además, los depósitos fluviales y lacustres en las areniscas, junto a los fósiles de tortugas y peces, nos hablan de un pasado de ríos y lagos, hará unos 2 millones de años en la Meseta, que acabó cuando el basculamiento de la misma hacia el Oeste, encajonó los ríos y creó la Cuenca del Duero.
La encrucijada. Ciencia e Historia
Hace veintitrés siglos Alejandro Magno, rey de Macedonia, conquistó y unificó Grecia bajo su cetro, luego hizo lo mismo con Persia, Egipto y siguió extendiendo sus conquistas hacia el Este, llegando hasta la India, donde sus hombres, ya cansados de tanta conquista, se negaron a seguirle. Fue una obra inmensa, no sólo militar, sino cultural; la cultura griega se extendió hasta la India. El hombre que hizo esto, que cambió la Historia para siempre, murió a los 33 años, víctima de unas fiebres. Hoy día poca gente muere de muerte natural a los 33 años. Si el mismo Alejandro Magno hubiera vivido hoy, sus fiebres no hubieran pasado de ser una simple anécdota, solucionada con unos antibióticos.
La muerte estaba mucho más presente en las sociedades pasadas que las actuales. La esperanza de vida no iba más allá de los treinta años para el hombre del Paleolítico. En la Edad Media, las epidemias de peste negra se llevaron a uno de cada tres europeos; como media, por lo menos, murió un miembro de cada familia. La muerte, representada como una calavera con una guadaña, aparece frecuentemente en el Arte de este tiempo. Así era imposible mantener un mínimo de esperanza en el futuro, era muy triste vivir en estos “tiempos rotos”, como así los definió un cronista medieval. En el siglo XIX, tampoco era raro morir joven. Emily Brönte, autora de la novela “Cumbres Borrascosas”, murió cuando tan sólo tenía 22 años. Gustavo Adolfo Becquer, poeta cuyas “Rimas y Leyendas” son famosas, murió con tan sólo 34 años. Si murieron tan jóvenes y legaron a la Humanidad sus bellas obras, ¿qué no hubieran hecho si hubieran llegado a ancianos?
No hemos mencionado la mortalidad infantil, frecuentemente cercana al cincuenta por ciento. Muchas veces, los padres daban más cariño a los hijos mayores que a los pequeños. Era mejor no hacerse muchas ilusiones sobre su futuro.
Hemos hablado de la cantidad de vida, ¿pero qué pasaba con la calidad? Las temperaturas en Europa no han variado sensiblemente desde entonces; el frío era tan crudo como ahora, pero no existía calefacción, sólo el calor de la lumbre. Y el invierno es muy largo. No era de extrañar que la llegada de la primavera fuese celebrada con fiestas y canciones. Pasar hambre era lo normal y la ruina de una cosecha podía significar la muerte. No era de extrañar que la enfermedad se cebara en estos organismos mal alimentados. La higiene era escasa y las personas casi convivían con la suciedad y los desperdicios. Los servicios de saneamiento y el agua caliente son recientes. El trabajo era duro, a veces atroz, y todavía empeoraron más las condiciones al abandonarse el trabajo artesanal por la producción industrial. A lo único que podían aspirar las mujeres era a casarse y tener hijos. La cultura y las posibilidades de desarrollo personal eran escasas, por no decir escasísimas. En el siglo XVIII, el Siglo de las Luces y de la Ilustración, era más barato emborracharse con una botella de ginebra que comprar el periódico. Y la ley no era muy justa. Robar para comer podía acabar con la muerte en la horca.
En el siglo XVII se produce una revolución científica; Descartes, Newton y Leibniz, entre otros, publican sus trabajos, que producen un enorme avance en las matemáticas. El siglo XVIII traerá la Ilustración; se valora la cultura y el progreso tecnológico y los naturalistas recorrerán el planeta en busca de nuevas plantas que cultivar para la alimentación y la industria. Finalmente el siglo XIX culminará este proceso con la revolución industrial, que confiará todo el progreso de la Humanidad a la ciencia y la tecnología.
Es en el siglo pasado cuando todo comienza a cambiar lentamente, acelerándose el proceso en este siglo. La medicina da un salto espectacular con el descubrimiento de Pasteur de que las enfermedades infecciosas son provocadas por microorganismos. En Inglaterra, a mediados de siglo, la “Comisión de los Pobres” dictamina que todos los ciudadanos deberían poseer agua potable y unos adecuados servicios de saneamiento. Los poderes públicos empiezan a consideran que es importante que todas las personas aprendan a leer.
El cambio se pone en marcha y en el siglo XX se acelera. Todos los avances tecnológicos se complementan y apoyan y provocan un mayor crecimiento económico que repercute sobre el bienestar de la Humanidad. El avance de la Medicina ayuda a vencer las enfermedades y llevar una mejor calidad de vida. La productividad agrícola aumenta espectacularmente y por primera vez en la Historia empiezan a existir generaciones que no conocen el hambre. Las mejoras en la construcción permiten tener unas viviendas más confortables y con mejores servicios. Las mejoras industriales, en las comunicacionesy transportes permiten un mayor crecimiento de la economía y un mayor bienestar para el conjunto de la sociedad. Se impone el interés por la cultura y se considera la escolarización básica obligatoria.
Hoy día la esperanza de vida supera los sesenta años y la calidad de vida, en general, no es mala. Se tiene acceso a la información, a la cultura, a la calefacción y al agua caliente, a la sanidad. Las mujeres tienen la posibilidad de desarrollar una vida profesional. Por Internet podemos estar más cerca de los familiares lejanos o sentir más cercana la realidad de otros países, de otras culturas. Y aspectos, tan sencillos, como ver una película en la televisión, escuchar música o, simplemente, tener luz suficiente después del anochecer, serían impensables en épocas pasadas.
Nuestros antepasados lucharon duramente por hacer realidad esto que tenemos hoy. En general, vivieron mucho peor de cómo ahora nosotros vivimos. Pero su esfuerzo no fue en vano porque legaron a sus descendientes algo en lo que ellos creían: una vida mejor. En muchos aspectos, hoy vive mejor una persona humilde que una persona pudiente de hace siglos.
Todo esto ha ocurrido gracias al desarrollo científico y tecnológico.
Pero no todo son luces. Por desgracia también hay sombras.
Este avance no ha sido igual para toda la Humanidad. Ha dividido a los países en dos tipos: los países desarrollados y los países en vías de desarrollo (pero que no terminan de desarrollarse). En los países desarrollados el progreso científico y tecnológico ha logrado en las sociedades de estos países un bienestar impensable en épocas pasadas. En cambio, en los países en vías de desarrollo, sólo se ha producido un avance en ciertos aspectos, provocando enormes desequilibrios. La superpoblación, la injusticia social, la guerra, la falta de recursos, la deuda externa, el hambre, la delincuencia (organizada y sin organizar) y el analfabetismo son sólo algunos de los aspectos con los que tienen que convivir los ciudadanos de estos países.
El deterioro del medio ambiente es otro hecho destacado. ha hecho que estas mismas sociedades hallan tomado conciencia de la importancia de su conservación. El aumento de las emisiones de gases con efecto invernadero pueden llegar a provocar un cambio climático. Podemos quedar sepultados entre montañas de basura y residuos. Muchos ríos, antes llenos de vida y color, hoy son cochambrosas ciénagas. Hemos exterminado en la segunda mitad del siglo XX más especies que a lo largo de toda la historia de la Humanidad; hemos perdido un tesoro del que ni siquiera sabemos el valor que tenía. Pudiera ser que en entre esas especies desaparecidas para siempre (esto es lo terrible de la extinción) se hallasen la solución al cáncer, al SIDA, al Alzheimer, o simplemente fueran ricos alimentos o bellas plantas o animales para admirar y hacernos la vida más agradable. Cada día que pasa desaparece una porción de las selvas de la Tierra, auténticos pulmones del planeta y la erosión y el desierto van ganando terreno. Junto con las especies y las selvas también desaparecen comunidades indígenas con una rica cultura oral, que se perderá para siempre.
Hoy la capacidad de destrucción humana es muchísimo mayor que hace siglos. Si para arrasar una población antes había que desplazarse al lugar con un granejército y luchar, hoy día se puede hacer a distancia, sin enterarse de lo que ocurre en el lugar, sin tener que oír gritos, ni sollozos. Debemos huir de la imagen de que las sociedades antiguas eran forzosamente guerreras. Durante la Pax Romana o en algunos siglos medievales, la mayor parte de Europa murió sin saber lo que era la guerra. La sociedad era de costumbres violentas, pero la guerra no formaba parte de sus vidas. La capacidad de matar a distancia ha llevado a que en las guerras del siglo veinte haya muerto más proporción de civiles que en la guerras de los siglos anteriores. Y una siniestra sombra se abate sobre la Humanidad: el armamento nuclear permite que por primera vez en la Historia la posibilidad de que la Humanidad desaparezca. No seamos tan presuntuosos de creer que podemos destruir toda la vida sobre la Tierra. Ha habido a lo largo de su historia, enormes cataclismos y la vida ha seguido adelante. Pero una cosa es cierta: la Humanidad no sobreviviría si todo el armamento nuclear fuera utilizado.
Tampoco las sociedades de los países desarrollados parecen estar libres de problemas. La pérdida de valores, el estrés, el paro, el deterioro de las relaciones humanas y la insatisfacción es el precio que ha habido que pagar por vivir mejor.
Una encrucijada es un cruce de caminos. Cuando se llega a ella, hay que decidir por tomar un camino u otro. En ese momento histórico nos encontramos.
Podemos optar por el camino del desastre. Olvidar que sólo somos humanos y creernos dioses. Ser insolidarios con el resto de la Humanidad, pensar que el planeta va a aguantar todo lo que le echen, no esforzarnos por conseguir la paz y no intentar poner solución a nuestros problemas. Tarde o temprano se producirá el fin de la Humanidad y las peores pesadillas de los escritores de ciencia-ficción no serán nada cuando lo veamos encima.
Pero también podemos optar por el camino de la supervivencia. Pensar con humildad en que sólo somos humanos y mortales y que debemos dejar a nuestros descendientes un mundo mejor que el nuestro, pensar que todas las fronteras de los países son en el fondo algo artificial y que hay que pensar en el bien de la Humanidad, pensar que debemos cuidar nuestro bello planeta porque es nuestra casa, pensar que la guerra nunca es el procedimiento adecuado para solucionar las diferencias y que todo falla si falla el hombre.
Hay que pensar que esta es la opción que tomaremos. La especie humana es una especie social, con gran capacidad de comunicación consigo misma. Hace un tiempo estuvo a punto de extinguirse. Los estudios genéticos demuestran que somos descendientes de un grupo reducido. Pero sus miembros se ayudaron unos a otros y se evitó el desastre.
Se han encontrado esqueletos del Paleolítico con graves lesiones que imposibilitaban a sus dueños. Sus heridas se hallan completamente curadas y cicatrizadas. Eso significa que esos individuos fueron cuidados por los demás. Murieron necesitando la atención de los demás, pero aportaron al grupo su sabiduría y su experiencia. Este es el comportamiento que permitió que la especie humana sobreviviera y se impusiera sobre las demás especies de homínidos.
Y ese será el comportamiento que haga que la especie humana opte por la supervivencia.
Artículo publicado en cienciateca:
¿Qué es la clonación?
La clonación está en boca de todo el mundo. Y es normal. Los últimos avances científicos pueden introducir grandes cambios en la sociedad que conocemos. Está demostrado que los hechos científicos hacen cambiar a la sociedad más que los hechos políticos, aunque sean menos notorios.
En 1996, en Edimburgo, nació la oveja Dolly, primer clon mamífero. Ahora la polémica está servida con la intención del ginecólogo italiano Severino Antinori o la empresa Clonaid de clonar un ser humano.
Trataremos de que leyendo este artículo a nadie le quede ya la menor duda sobre lo que es la clonación..
Todos los seres vivos se reproducen, crean otros nuevos seres vivos a partir de ellos. Es una de sus características esenciales. Un manzano crea manzanas con semillas y un perro puede tener perritos, pero esa piedra tan bonita que adorna nuestro comedor jamás podrá reproducirse, por la sencilla razón de que no está viva.
La reproducción puede ser de dos tipos: sexual y asexual. En la reproducción sexual intervienen los dos sexos y el nuevo ser tiene características de sus dos progenitores, como ocurre en la especie humana. En cambio en la reproducción asexual no hace falta el otro sexo y el nuevo ser es idéntico del ser que ha partido. Por ejemplo, los esquejes de las plantas; si arrancamos un trozo de una planta con raíces y ramas tenemos otra planta genéticamente igual de la que ha salido.
Otro ejemplo; si arrancamos un brazo de una estrella de mar, este brazo regenera otra estrella igual. O la fisión binaria de las bacterias en la que una bacteria se divide en dos. Y esto es un clon: un individuo genéticamente igual a otro. ¿Y por qué si arrancamos un trozo de una persona ésta no se regenera? porque sus células son muy especializadas y han perdido esa capacidad de regeneración.
La reproducción de clones se ha utilizado ampliamente en la agricultura. Las plantas pueden echar vástagos, o sea brotar del suelo otro ejemplar, o se pueden injertar. La variedad de naranjas “Washington Navel” (la del ombliguito en la piel) es estéril, no tiene semillas y todas las naranjas que hoy comemos proceden de un solo árbol. Lo mismo ocurre con los platanos que comemos. Son clones. No tienen semillas y eso lo agradece el consumidor. ¿Por qué no tienen semillas? Una mutación casual lo provocó y como no se pueden reproducir sexualmente, ya que son estériles, el hombre los ha reproducido clonalmente.
Los caracteres genéticos de los seres vivos están archivados en una molécula: el ADN, DNA, o ácido desoxirribonucleico. La célula es la unidad básica de los seres vivos y todas nuestras células tienen nuestro ADN, que dice si somos rubios o morenos, si tenemos los ojos oscuros o claros, si somos de piel clara o morena, o incluso si nos gusta el cocido o no. El ADN de cada persona es distinto, no hay dos iguales, porque se ha formado a partir de dos ADN, el de nuestra madre y el de nuestro padre. Un ADN humano es más parecido a otro ADN humano que a un ADN de gorila, y éste es más parecido a uno humano que uno de mosquito, y éste es más parecido al humano que uno vegetal.
El ADN está contenido en unos orgánulos celulares que se denominan cromosomas, que están bien guardados dentro del núcleo de la célula. En una reproducción asexual la célula se divide en dos células iguales, utilizando nutrientes del medio en que vive, cada uno con idéntico número de cromosomas y ADN igual. En una reproducción sexual es distinto; los gametos o células sexuales (en el hombre son el espermatozoide y el óvulo) aportan cada uno la mitad del número de cromosomas y el ADN está formado por una recombinación al azar de los dos ADN que participan.
Está claro, pues, que el óvulo fecundado ha de tener el número de cromosomas que corresponde a su especie, y no la mitad, como posee sin estar fecundado (la otra mitad la aporta el espermatozoide en la fecundación). Hemos llegado al momento crucial. Si tomamos un óvulo fecundado y sustituimos su núcleo por un núcleo de cualquier célula de un individuo, al desarrollarse dará lugar a un ser vivo idéntico genéticamente que aquel del que ha partido el núcleo de esta célula donante.
Hasta aquí la teoría, pero en la práctica esto no es tan sencillo. No es tan fácil manipular células.
En 1952 se consiguió la clonación de las ranas. Del huevo fecundado o cigoto se extrajeron los núcleos y se inyectaron núcleos de células de la pared del estómago. En el caso de la oveja Dolly las células donantes se han tomado de la glándula mamaria, que tuvieron que ser sometidas a una desnutrición para que entraran en reposo y poder extraer los núcleos, que se insertaron en los óvulos, de los que sobrevivieron una mínima parte que fueron implantados en el útero de varias ovejas, de las que sólo una quedó preñada. Como se puede ver, el proceso es ciertamente complejo.
¿Cómo se efectuaría la clonación humana? En primer lugar, las mujeres donantes de óvulos serían tratadas con hormonas fertilizantes para producir bastantes óvulos. Sólo uno de cada cuatro de estos óvulos será viable para la clonación de embriones. Se extrae con una aguja muy fina el núcleo del óvulo y se reemplaza por un núcleo de una célula de la persona que va a ser clonada. La fusión se completa con pequeñas descargas eléctricas. El embrión ya está listo para ser implantado en el útero de un madre de alquiler. Sólo una de cada cinco obtendrá un embarazo. Y de estos no todos llegarán a feliz término, ya que se producirán numerosos abortos por todo tipo de anormalidades. Los creadores de la oveja Dolly tuvieron que realizar muchísimos intentos antes de conseguirlo.
La clonación animal puede traer enormes ventajas, como el obtener cepas de animales genéticamente iguales con utilidad para la investigación o la ganadería, pero también ofrece posibilidades inquietantes. Pongamos un ejemplo. El cerebro humano puede vivir muchos más años que el cuerpo que le sustenta; si algún día fuera viable el trasplante cerebral, existiría la posibilidad de poder crear seres clónicos a los que poder trasplantar el cerebro cuando el cuerpo empieza a fallar. O cepas de seres humanos genéticamente iguales.
Afortunadamente, el hombre es un ser complejo y no sólo es genética. En la personalidad humana, además de la genética, influyen las vivencias (como dijo Ortega y Gasset, yo soy yo y mis circunstancias) y además, según piensan muchos investigadores, el desarrollo particular del cerebro.
Artículo publicado en todo-ciencia.com:
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Historia de las ingenierías agrarias en España
Fue publicada en formato pdf por el SITACYL, sindicatos de ingenieros técnicos agrícolas:
También la puedes encontrar en mi blog las ingenierías agrarias.
Condenado. Un cuento de terror
Hace unos años en El Portal de Spindragon publiqué el cuento de terror que aparece a continuación:
CONDENADO
Anselmo Cifuentes era un hombre completamente satisfecho. Desde pequeño había tenido un gran talento para los negocios y ahora, a la edad de 59 años sus múltiples inversiones, le rendían unos abultados beneficios. Ejemplar padre de familia, era uno de los hombres más respetables y respetados de la ciudad, participando asiduamente en las actividades sociales y religiosas de su entorno.
Padre de tres hijos ejemplares, educados y esforzados, era el prototipo de hombre de negocios de éxito. Su inmensa fortuna, conseguida de la nada, era un motivo de envidia para sus vecinos y un ejemplo para las generaciones futuras.
¿Se puede ganar dinero honradamente? Este fue el título de una conferencia que dio en el Liceo local. Sus conclusiones eran totalmente claras: se puede ganar dinero honradamente. Cuando acabó el acto, Anselmo se quedó pensativo. Claro que se puede ganar dinero honradamente, pensó. Pero él sabía que no lo había hecho. Había cometido varias trampas en su vida profesional. Pensó en ello. Podía haber seguido con la honradez, pero ¡qué demonios! ¡cuánto tiempo le hubiera costado obtener la fortuna de la que ahora disfrutaba! Reflexionó y pensó que quien esté libre de culpa que tire la primera piedra. Sonrió maliciosamente. Aunque hoy había mentido, había hecho bien. Hay que enseñar a los jóvenes el camino del bien, porque el del mal ya lo aprenderán solos.
Con todo el capital que poseía hacía ya varios años que había adquirido una hermosa finca de gran extensión, a donde se retiraba a descansar tras momentos de intenso trabajo. Era su particular descanso del guerrero. Su nombre era “La Barranca”. Una hermosa extensión llena de encinas y alcornoques para solaz descanso y desprendimiento del estrés. Casi cien hectáreas de monte mediterráneo. Un auténtico paraíso.
Pero Anselmo no había elegido esta finca tan sólo por sus características naturales. Entre todas las que estuvo viendo esta tenía un interés especial. Lo supo cuando habló con aquel paisano de pantalones raídos, rostro cuarteado y boina calada hasta las cejas.
- Así que está usted interesado en “La Barranca”. Yo que usted ni me lo planteaba. Esa finca está maldita y le voy a decir por qué. Porque se sabe en el pueblo que en esa finca hay una cueva en la que vive el diablo y que es una entrada al infierno.
Cuando Anselmo oyó esto tuvo que hacer un auténtico esfuerzo para no explotar a reír. Pensó que había ido a preguntar al tonto del pueblo. Dejó al hombre que continuara su relato.
- Desde tiempos inmemoriales en esa cueva parece que ser que existe un tesoro ...
Anselmo abrió los ojos desorbitadamente cuando escuchó la palabra tesoro.
- ¿Qué tesoro? –preguntó con ansiedad.
- ¿Qué se o? De los tiempos de los romanos o por esas épocas.
- Continúe –la curiosidad de Anselmo iba en aumento por momentos.
- Mucha gente de la que entró a por ese tesoro jamás salió de la cueva y mucho de ellos que pudieron salir contaron que allí había el tesoro más grande que podía verse, pero que jamás volverían porque era la puerta del mismísimo infierno.
Anselmo sonreía con satisfacción. Podía ser verdad que allí hubiera un enorme tesoro. Que le podían importar los cuentos y los miedos de unos atrasados pueblerinos.
El hombre pudo ver en los ojos de Anselmo una mirada de codicia.
- No lo compre –le aconsejó-. No merece la pena. No se vaya a pensar que le estoy diciendo alguna tontería. Tengo cerca de ochenta años y sé lo que digo porque lo he visto con mis propios ojos.
Cuando firmó la escritura de compraventa de la finca lo primero que hizo fue visitarla. Tras una vuelta por la misma acompañado de su capataz, localizó donde estaba la cueva.
Costo localizarla pues su abertura al exterior era pequeña y estaba cubierta por una matas.
Anselmo se acercó a ella y con la mano retiró los matorrales que tapaban la entraba. Era angosta y estrecha, pero parecía ensancharse a los pocos metros.
- Mañana venimos con dos quinqués, de esos de gasolina y entramos –dijo.
- ¿No será peligroso? –preguntó el capataz con algo de miedo en su voz.
- ¡Chorradas de paletos!
- Mire usted, que yo ni creo, ni dejo de creer.
Anselmo había visto el miedo en el rostro de su capataz. Se podía ir de la lengua y además, ¡qué narices! Estaba ansioso por ver lo que había dentro.
- Pensándolo mejor vamos a entrar ahora mismo. Vete al pueblo y compra dos quinqués de esos de alcohol o gasolina, mejor que las linternas, no sea que se acabe la pila.
El capataz se quedó pensativo.
- Vamos, ¡haz lo que te digo! –ordenó Anselmo.
El hombre se mostraba inseguro.
- ¿A qué esperas? ¡vamos, muévete! –Anselmo se mostró firme.
La perspectiva de perder su empleo hizo que el capataz al fin decidiera ir a buscar los quinqués, aunque sentía mucha angustia al pensar que iban a entrar en la cueva.
Volvió al cabo de tres cuartos de hora con los quinqués de la mano y un bote de gasolina. Los llenó del inflamable líquido y los encendió con un mechero.
Se introdujeron con dificultad en la estrecha abertura. Caminaron agachados en un trecho de unos diez metros, luego aparecía una gran cavidad de unos seis metros de altura, tapizadas de estalactitas y estalagmitas, blancas y secas, señal de que la caverna se estaba secando y geológicamente estaba muriendo.
Anselmo estaba desencantado. Sólo había una cueva y además poco atractiva.
Empezó a moverse por la sala. Estaba llena de grietas y recovecos que aparentemente no conducían a ninguna parte. Fue explorándolos uno a uno. Se detuvo en una gran grieta que recorría la pared de la sala. Era estrecha, pero permitía pasar a una persona de perfil. Introdujo el quinqué en ella. Parecía profunda.
Decidió introducirse. Le costó debido a lo angosto de la abertura. Su sorpresa fue enorme al comprobar que se abría a poca distancia en un largo y enorme pasillo.
Llamó al capataz. Este se introdujo por la abertura y ambos empezaron a recorrer el pasillo. La excitación de Anselmo fue en aumento al comprobar unos metros más adelante marcas de piqueta en el techo, señal de que parte del pasillo había sido excavado por la mano humana.
Unos metros adelante apareció una curva. Al doblarla, apareció una vieja puerta de madera. La excitación de Anselmo fue en aumento.
Parecía tener muchísimos años. La madera de color gris se hallaba agrietada y estaba remachada con clavos llenos de herrumbre que la habían ensuciado. La sequedad de la cueva la había conservado bastante bien. La puerta tenía una gran argolla muy oxidada. Anselmo la cogió con la mano y tiró hacia él. La puerta no se movió. Estaba atascada. Hizo fuerza pero no consiguió nada. Entonces decidió empujar pidiendo ayuda a su acompañante.
Finalmente la puerta cedió.
Apareció un pasillo de unos pocos metros. Le recorrieron. El corazón de Anselmo palpitaba fuertemente. Palpitaciones que aumentaron cuando comprobó lo que se encontraba al final del pasillo.
Era una gran sala de paredes de piedra llena de objetos de oro.
Los ojos de Anselmo brillaron al relucir el metal cuando acercaba el quinqué. Eran objetos muy antiguos. Parecían de estilo romano. Eran incensarios de pie, portaantorchas, candiles y un sinfín de objetos diseminados por la sala, algunos muy extraños.
- Esto tiene que ser de un valor incalculable –comentó el capataz.
Anselmo no le respondió. Continuó ensimismado observando detenidamente todos los objetos que parecían en la sala.
Al final de la misma parecía haber un pequeño altar. Fue hacia él, siguiendo sus pasos el capataz.
El altar tenía una pequeña ara, una inscripción en la pared y un rostro grabado en la piedra.
Anselmo se fijó en la inscripción. Estaba en letras capitales y en latín. Parecía ser romana. Pasó la mano entre las marcas de la piedra. Recorrió suavemente con los dedos todas las letras del epígrafe. Las luces y sombras ondulantes del quinqué parecían mover las letras. Él no sabía latín, ni descifrar las inscripciones, pero lo que sabía es que era un descubrimiento increíble y que lo que poseía la sala era de un valor incalculable.
Miró hacia el rostro grabado. Era un rostro sin forma, pero terrorífico, lleno de espinas, con los ojos enfurecidos e inyectados en sangre y una boca llena de varias filas de puntiagudos dientes.
- ¡¡¡¡ Es el diablo ¡!!!! –gritó el capataz con todas sus fuerzas.
- ¿Qué dices, estúpido? –Anselmo estaba iracundo porque estaba harto de escuchar tonterías.
El capataz no le respondió y salió corriendo presa del pánico.
Que imbécil. No tiene un par de narices como yo, si no sería un triunfador y nunca llegará donde he llegado yo, pensó Anselmo.
Se recreó en lo que la cueva contenía. No debía dar parte a las autoridades, pues posiblemente se lo expropiarían por una muchos millones, pero al fin y al cabo una miseria comparado con el valor que tenía.
Vendería los objetos de oro en el mercado negro y lo quedara lo anunciaría públicamente como un descubrimiento suyo.
Cuando estaba meditando sobre estas cosas pareció oír una voz. Se dio la vuelta. No había nadie en la sala. Posiblemente habría sido un ruido de ese maldito capataz. Era un idiota y lo primero que iba a hacer cuando saliera era despedirle. Él quería a su servicio hombres con pelotas y no pusilánimes que se creen cuentos de viejas.
Volvió a oír la voz. Pero esta vez le inquietó la idea de que la estancia fuera un templo de culto al diablo.
¿De dónde habría salido esa voz?
Le inquietó la posibilidad de que fuese verdad lo que decía el capataz. Pero reflexionó. Si así fuese, sería aún más increíble. Un culto al diablo ¡qué maravillosos descubrimiento!
Miró a su alrededor. Se acercó a un candil que se encontraba encima del ara. El oro permanecía con brillo a pesar de los siglos. El fuego se reflejaba en él y parecía deslumbrar aún más. ¿Cuánto valor tendrían estas piezas en el mercado negro? Ahora era inmensamente rico.
- ¡¡¡ Bien ¡!!! –gritó con toda la fuerza de sus pulmones. Ahora era posiblemente una de las personas más ricas del mundo. Vendería parte de lo descubierto, lo de más valor, y el resto lo donaría a la ciudad, siendo objeto de admiración para la ciudadanía. Pasaría a la Historia como el descubridor de este templo de adoración de seres ocultos jamás visto.
Sin duda alguna era un hombre de suerte.
Había llegado ya la hora de salir. Atravesó el umbral por donde había entrado. Miró hacia atrás con pena al abandonar tan valiosos objetos. Pero pensó que no importaba, volvería en unos minutos y se los llevaría todos a un lugar seguro.
Traspasó el umbral y caminó por el estrecho pasillo que conducía a la cripta. Al final vio la puerta por la que había entrado. Llegó a ella la abrió con dificultad debido al candil que portaba que portaba. Encontró la curva y la dobló.
Cuando pasó se quedó sorprendido. Había vuelto a la sala de donde venía. Se extrañó. Pensó que posiblemente se habría equivocado.
Se tranquilizó. No pasaba nada. Miró alrededor de la sala. No había posibilidad de pérdida. Sólo existía una salida.
La tomó. La puerta estaba abierta. Después estaba la curva. No había ninguna duda. Era el recorrido que había seguido al entrar. Además si ya había salido ese maldito capataz porque no lo iba a hacer él. Al doblar la curva apareció el pasillo. Todo era conforme a lo que había previsto. Menos mal. Siguió por el pasillo.
Volvió a la puerta. Estaba abierta. La traspasó y volvió otra vez a la sala.
Esto no tenía ni pies ni cabeza.
Se estaba empezando a poner nervioso. La única explicación lógica a todo esto es que había dado la vuelta, no existía otra.
Volvió a salir por la puerta. Dobló la curva. El pasillo. Lo siguió. La grieta por donde había entrado. Bien. Pero al franquear la grieta se dio de bruces con un pasillo que parecía distinto. Corrió tras él.
¡Apareció de nuevo la puerta sin aparecer la curva!
La traspasó y estaba otra vez en la sala.
No sabía lo que estaba pasando, pero algo no iba bien. Respiró hondo y procuró tranquilizarse.
Despacio miró en derredor de la sala. No había duda. Sólo existía una puerta de salida y no había más posibilidad.
Caminando lentamente fue hacia la puerta y la franqueó. Vio la curva del pasillo. Miró hacia atrás, retrocedió unos pocos pasos e introdujo el quinqué a través de la puerta. Era la sala que había abandonado. Iba por buen camino y no tenía pérdida.
Dobló la curva y siguió caminando, mirando también atrás de vez en cuando. Iba en la dirección correcta. Al final del pasillo estaba la grieta por la que había entrado. Antes de franquearla, miró hacia atrás. Estaba abandonando el pasillo. Todo era lógico.
Franqueó la grieta y respiró aliviado cuando vio que estaba en la gran cavidad por la que había entrado a la cueva. La salida ya estaba próxima.
Encontró la estrecha abertura por la que había entrado. Caminó a gatas por ella y luego traspasó la pequeña curva que hacía.
Pero no se veía la luz de la salida. Habría quizá anochecido.
Alzó el quinqué hacia arriba.
¡¡¡ Estaba de nuevo en la sala !!!
No sabía como había llegado, pero estaba empezando a volverse loco. Corriendo fue de nuevo hacia la puerta, la traspasó, corrió por el pasillo y volvió a entrar de nuevo en la sala.
El corazón le palpitaba frenéticamente y la cabeza parecía estallar. Volvió a franquear la puerta y volvió a entrar en la sala.
Empezó a gritar histéricamente y los ojos se le nublaron. Como un loco poseído volvió a franquear la puerta, pero tropezó y cayó con el quinqué. El líquido inflamable empezó a arder prendiéndosele la ropa.
Empezó a sentir un intenso dolor e intentó apagarse las llamas, pero fue imposible. Estuvo de esta manera unos momentos que parecían una eternidad. Cuanto más se agitaba intentando apagar las llamas, estas más se avivaban. Finalmente, abandonó el esfuerzo porque no podía más.
Llegó el silencio y cesó el dolor.
Ya muerto, se le apareció en la mente la imagen de una anciana pidiendo en medio de la calle. Estaba sucia, sentada en unos cartones. Llegó la noche. Era enero y tiritaba de frío. Encaminó sus pasos hacia el albergue, pero no llegó. Había muerto. Se hallaba tendida en la calle, en medio de un corro de gente, mientras llegaba la policía abriéndose paso.
Sí, Anselmo, fuiste tú el culpable. Desahuciaste, entre otras personas, a esa pobre anciana que no tenía medios. Eres el culpable de su muerte.
Anselmo pensó en ello. No tenía porque sentirse culpable. Al fin y al cabo, los negocios y las leyes son así.
Efectivamente, los negocios y las leyes son así, pero muchas veces está en la mano de las personas que los negocios sean más humanos y las leyes más justas. Además, Anselmo, cuando la ley te favorecía, rápido la aplicabas, pero cuando no era así, vociferabas y te enfurecías.
Se le apareció también un muchacho sudoroso, palpando con los dedos su brazo izquierdo, que estaba lleno de pequeñas cicatrices puntiagudas. Se acercó una jeringuilla llena de un líquido blanquecino turbio. Se la clavó en el cuello y empezó a convulsionarse. Al poco tiempo apareció la imagen de un funeral. Una madre lloraba agarrada a un féretro gritando que su hijo aún era muy joven para morir y maldiciendo a todos los traficantes de drogas.
Sí, Anselmo, traficaste con droga. Ingresaste mucho dinero con esos alijos de heroína. Fueron una enorme cantidad de millones que no costó blanquearlos mucho gracias a otros sinvergüenzas como tú.
Anselmo pensó en la imagen. No se sentía culpable de todo lo que había podido causar. Al fin y al cabo nadie les obligó a drogarse. Lo hicieron porque eran unos viciosos.
Las razones que llevan a una persona a drogarse con muy complejas, pero una cosa es cierta: si tú, Anselmo, no se lo hubieras facilitado, posiblemente muchas personas jamás hubieran conocido el infierno de la droga.
Luego se le vino a la mente la imagen de varios niños mutilados, con rasgos africanos y asiáticos. Sin brazos, sin piernas, sin futuro, en un país sin recursos. Apareció también un hombre sin piernas, sin poder mantener a su familia. Un niño asiático sonreía cogiendo un juguete que parecía una mariposa. De repente estalló, dejando al niño sin manos y con la cara destrozada.
¿Cómo pudiste hacerlo, Anselmo? ¿cómo pudiste invertir en esas fábricas de minas antipersonales? ¿no te remuerde la conciencia?
Anselmo pensó que no hay que tener escrúpulos en invertir en armas. Los países tienen derecho a defenderse.
Es cierto que los países tienen derecho a defenderse. Pero es muy distinto una intervención armada para defender a la población o imponer el orden y otra muy distinta aterrorizar y destruir la vida de seres humanos inocentes y de niños.
Anselmo, tu paso por la Tierra ha causado mucho mal, has contribuido a que este mundo sea peor. Y ni siquiera te has arrepentido.
Si no lo sabes, estás muerto. Y estás condenado.
La cueva donde has entrado pertenece al diablo. La construyeron sus seguidores, ya en los lejanos tiempos del Imperio Romano. ¿Qué dices? ¿Qué el demonio es un invento del Cristianismo?. El maligno ha existido siempre, con distintas formas y distintos nombres en todas las culturas: Satanás, Arimán, Lucifer, Belcebú, Loki, Ravana, ¿qué mas da? El mal no conoce fronteras, ni culturas, ni Historia. El mal es el mal, se llame como se llame y el diablo siempre ha estado presente en todas sus manifestaciones.
Anselmo vio como una nube se acercaba a él. Era un rostro más terrible y repugnante de lo que la imaginación pudiera construir. Sintió unos terribles temblores y convulsiones.
Luego desapareció.
El silencio. La oscuridad.
No veía nada, pero supo que seguía en la sala. No hacía falta ser muy listo para saber que estaba en el Infierno. Pero la realidad era mucho peor de lo que hubiera podido imaginar. Ni terribles sufrimientos, ni dolor, nada, simplemente nada, sólo consciencia. Estar en esa sala de la que quería salir y que ahora sabía que jamás ya saldría de ahí.
Gritó, lloró, pero no obtuvo respuesta.
Nada.
Imploró a la misericordia divina. Pensó que Dios es misericordioso y puede ser que algún día se acordara de él. ¿Dentro de cuanto? Quizá un millón de años, porque ¿qué es un millón de años para Dios? Como para los humanos unos minutos.
O puede que fuera más tiempo.
Lo que es cierto, Anselmo, es que no parece una perspectiva interesante.
Al día siguiente, los titulares de los periódicos recogían el suceso.
MUERE EN LA CUEVA DE LA BARRANCA EL CONOCIDO INDUSTRIAL ANSELMO CIFUENTES
MURIO CALCINADO AL PRENDERSE SUS ROPAS CON EL QUINQUÉ QUE LLEVABA
Según declaraciones de M.R.J., capataz de la finca, que fue el que dio aviso de su desaparición, él descendió a la gruta con el conocido empresario, llevando ambos candiles con combustible de gasolina. Este hombre también afirmó que encontraron una estancia en la que según sus palabras “lo que había allí era algo terrorífico”. Fue él el que avisó a los servicios de la Guardia Civil, que al descender a la caverna y no encontrar nada se pusieron en contacto con el grupo espeleológico “Gómez de Cesáreo”, que fueron los que hallaron el cuerpo calcinado de Anselmo Cifuentes en un pasillo al que se accedía por una estrecha grieta.
Todas las hipótesis apuntan a que pudo tropezar con el quinqué, derramándose el líquido inflamable y ocurriendo de esta manera el trágico suceso.
Este grupo espeleológico exploró la gruta a fondo, no encontrándose nada de la misteriosa estancia, de lo que los habitantes de la zona afirman que existe, coincidiendo con lo mencionado con M.R.J., y añadiendo que “ese es un lugar del demonio”.
Uno de los integrantes del grupo espeleológico comentó a este diario que dicha estancia no existe y que no existe ninguna posibilidad que exista. Respecto a lo que dicen los vecinos del lugar, afirma que “puede ser posible que existe ciertas emanaciones gaseosas que provoquen alucinaciones, porque otra explicación no tiene”.
Las ingenierías agrarias
Pequeños milagros diarios de los que se sabe muy poco. Lo cierto es que la ciencia y la tecnología agraria han conseguido:
- Doblar la producción de grano de cereal entre 1950 y 1971.
- En el arroz aún fue ligeramente superior.
- Entre 1958 y 2000 se llega a triplicar.
- En Occidente, los agricultores están consumiéndose, víctimas de su propio éxito.
- En Asia, las hambrunas van disminuyendo.
- Desgraciadamente, África no sigue esta tendencia.
- España ha seguido la tendencia occidental.
Todo ello es un importantísimo logro al que ha contribuido en buena parte las ingenierías agrarias, y por supuesto todos los agricultores, técnicos, ingenieros, estudiantes y a todos los que de una manera u otra han intentado mejorar la vida de los demás.
Dar a conocer las ingenias agrarias es el objetivo de mi blog las ingenierías agrarias, al que estás invitado y yo agradecido por tu visita:
martes, 23 de octubre de 2012
El DDT. Luces y sombras
El nacimiento y posterior desarrollo de la Química Orgánica, en la segunda mitad del siglo XIX, vería el nacimiento de una de las moléculas orgánicas más polémicas que han existido: el DDT.
El DDT es conocido como Dicloro–Difenil–Tricloroetano, sin embargo ese no es, químicamente hablando, su auténtico nombre, que es algo más complicado: 1,1,1–Tricloro–2,2–bis (p-clorofenil) etano.
Es una molécula muy lipófila y muy insoluble en agua, es decir, se disuelve bien en las sustancias grasas, pero no lo hace en las acuosas. Pertenece al grupo de los insecticidas denominados organoclorados, entre los que están el lindano, el aldrín, el heptacloro y el metoxicloro. También, entre las sustancias orgánicas cloradas se encuentran muchos gases utilizados en la guerra química, en especial en la Primera Guerra Mundial, tales como la iperita o gas mostaza.
Descubierto en 1874, al principio no parecía tener utilidad alguna. Sólo se había tratado de un ejercicio de síntesis orgánica. En la década de 1930 se empiezan a descubrir sus propiedades insecticidas y es patentado en 1937 por el químico suizo Dr. Paul Müller (Premio Nobel de Medicina en 1948). En 1942 se descubre que mata los piojos sin tener efectos adversos para los seres humanos.
Sus luces
Su utilidad radica en su poder para acabar con los insectos. Es un insecticida de enorme utilidad para los países tropicales, ya que al ser de carácter graso no se lava por las intensas lluvias. Una gran parte de las pérdidas en las cosechas mundiales se debe a la acción de los insectos. Dichas pérdidas se traducen, en los países desarrollados, en una disminución de los rendimientos por hectárea. Pero en los países del Tercer Mundo, el resultado es catastrófico. Una disminución de alimentos puede provocar hambrunas, un aumento de las enfermedades por una deficiente nutrición y un descontento social, que frecuentemente se traduce en violencia y guerra. Realmente es muy difícil cuantificar, cuantas vidas ha salvado el DDT, librándolas de las crueles garras del hambre y cuanta violencia ha evitado al disminuir los conflictos sociales por este motivo, pero sin duda, podemos concluir que una gran parte de la Humanidad se libró de la muerte a causa del DDT.
El DDT permitió, tal como afirmó en su biografía el premio Nobel de la Paz en 1952, el Dr. Albert Schweitzer, que la gente ocupara y cultivara grandes áreas de Africa, Asia y América del Sur, antes inhabitables por causa de las enfermedades producidas por insectos y artrópodos. El mismo Albert Schweitzer llegó a decir que el uso del DDT había abierto un rayo de esperanza, ya que en la lucha contra el hambre, según sus propias palabras: ¡cuánto trabajo y pérdida de tiempo nos causan estos malditos insectos...!
No obstante, su principal aplicación tuvo lugar contra la malaria o paludismo. Esta enfermedad, de carácter tropical, es transmitida por el mosquito Anofeles. Ha sido desde siempre un azote para la Humanidad, por el elevado número de sus víctimas. Hasta la llegada del DDT, unas 200 millones de personas eran atacadas anualmente por la malaria, y de ellas todos los años morían 2 millones. Dada la relación existente entre casos de malaria y el número de insectos transmisores, se empieza a estudiar la posibilidad de su aplicación a gran escala para eliminar al vector (insecto transmisor) que provoca la enfermedad. A principios de 1946, se decide iniciar un programa de aplicación del DDT a gran escala, dirigido a eliminar contra el mosquito portador de la malaria produjo una inmediata y dramática reducción de estas cifras. Estas fumigaciones no se realizaban al aire libre, sino en el interior de las casas y locales. El mosquito Anofeles se alimenta por las noches de las víctimas durmientes, y luego vuela hasta la estructura vertical más cercana para descansar y digerir su comida. Debido a este comportamiento, el DDT hacía estragos entre un gran número de insectos adultos.
El DDT actúa sobre los nervios motores y sensitivos de los invertebrados, alterando el transporte de iones sódicos y potásicos, y, por consiguiente, los potenciales de membrana. Se piensa que también bloquea la formación de ATP (Adenosín trifosfato).
La reducción de la malaria fue espectacular. En Sri Lanka (por entonces Ceylán, se pasó de 280.000 casos anuales a sólo 17. En la India, en 1952, había unos 75 millones de personas afectadas por año y en 1964, esta cifra disminuyó a cien mil. Por esta razón, en 1948, se concedió el Premio Nobel de Medicina al Dr. Müller debido a su reconocida importancia médica. El Dr. Samuel Simmons, jefe de la división tecnológica del Centro de Enfermedades Transmisibles, del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, afirmó en 1959 que su valor para la Humanidad era inestimable.
En vista de su éxito contra la malaria y con el fin de controlar a los insectos vectores de enfermedades, el DDT se usó también contra la fiebre amarilla, la enfermedad del sueño, la peste bubónica y la encefalitis. Esto fue particularmente importante, porque la desnutrición provoca en los niños un daño cerebral irreversible, condenando a las víctimas a una vida de mentalidad de logros por debajo de los normal.
La mayoría de los pueblos del mundo han recibido sus beneficios ya sea directamente por la protección contra las enfermedades infecciosas e insectos transmisores de enfermedades, o a través de mejor nutrición, más alimentos, alimentos más limpios e incrementada resistencia a las enfermedades. El descubrimiento del DDT permanecerá para siempre como un hecho histórico en el campo de la salud pública y la agricultura.
Sus sombras
A raíz de la publicación en 1962, del libro Primavera Silenciosa por la escritora Rachel Carson, se empiezan a oír voces en contra de la utilización del DDT. Entonces, en la opinión pública se abre un debate sobre la prohibición o no del DDT. Una de las más polémicas fue la del profesor de entomología de la San José University de California, el famoso ambientalista y entomólogo Dr. J. Gordon Edwards, profesor de Entomología de la San José University de California, socio del ecologista Sierra Club, de la Audubon Society, y miembro de la Academia de Ciencias de California. Expresó su disconformidad por el libro, en un artículo titulado Las mentiras de Rachel Carson publicado en la revista 21st Century, Science & Technology, afirmando que Rachel Carson realiza afirmaciones falsas y tergiversa la realidad.
Las investigaciones sobre el DDT empiezan a confirmar que este no se degrada y se acumula en los tejidos grasos con un efecto bioacumulativo. Aunque no causa daños por toxicidad, su persistencia es muy preocupante.
Durante la Conferencia Internacional de Estocolmo, en 1969, se recomienda la sustitución de los insecticidas organoclorados por sustancias menos persistentes en los organismos vivos y en el medio ambiente.
Pero el debate no sólo era en el ámbito científico. En el ámbito político se empezó a debatir la posibilidad de prohibir el DDT. La Organización Mundial de la Salud (OMS), el Servicio de Salud Pública de los EEUU, la Organización Panamericana de la Salud y muchas otras, se manifestaron en contra de su prohibición. El dictamen final del Tribunal Examinador de la Agencia de Medio Ambiente de EEUU concluía que el DDT no era cancerígeno, mutagénico o teratogénico para el ser humano, y que los usos del DDT no tenían efectos visibles sobre peces, pájaros, vida silvestre u organismos acuáticos. Sin embargo, en Junio de 1972, el jefe de este organismo, William Ruckelshaus, anunció públicamente la prohibición del DDT diciendo que la decisión tomada no tenía nada que ver con la ciencia y se trataba de una decisión política.
La persistencia media del DDT en un ecosistema son tres años. Al ser un insecticida liposoluble, que sólo se disuelve en sustancias grasas, no se elimina en la orina y se acumula en los tejidos grasos. De tal forma que en el medio ambiente, un organismo que lo ingiere o absorbe lo acumula en sus tejidos grasos. Si este organismo sirve de alimentación a otro, éste acumulará lo que ya tenía de DDT mas lo que ha ingerido de aquel. De esta manera, la concentración de DDT se va amplificando. El peligro medioambiental del DDT reside en su efecto biopersistente, ya que se acumula en la cadena trófica. Vamos a poner un ejemplo. Una ppm significa una parte por millón, es decir, una en un millón. en peso. De 0,0006 ppm de DDT en agua, las algas unicelulares y plantas acumulan 0,04 ppm; los peces herbívoros que se alimentan de ellas llegan a acumular 0,2-1,2 ppm; tras servir de alimento a los peces carnívoros estos acumulan 1-2 ppm, y la concentración en aves que se alimentan de peces llega a ser de 3-76 ppm. O sea se ha pasado de 0,0006 ppm en el agua hasta 3-76 ppm en aves, o sea la concentración de DDT ha aumentado hasta unas 5000 a 126.000 veces. El efecto bioacumulativo es el grave problema del DDT porque, en realidad, su toxicidad aguda es baja.
También se sospecha sobre su efecto en el metabolismo del calcio en las aves. Es un hecho comprobado que en los últimos tiempos las cáscaras de los huevos de las aves son más finas, hecho que ha provocado una menor tasa de reproducción, afectando, sobre todo, a las silvestres. Se ha relacionado este hecho con el DDT, implicando al metabolismo del calcio. Lo cierto es que no hay ningún estudio concluyente y sí muchos contradictorios. Algunos expertos sostienen que el adelgazamiento de las cáscaras de los huevos de las aves es debido a otras causas (estrés, dietas bajas en calcio o vitamina D, Mal de Newcastle o sustancias tóxicas).
Además existen otras razones en contra del uso del DDT. Varias investigaciones han relacionado los insecticidas organoclorados, entre los que se encuentra el DDT, con posibles efectos cancerígenos.
Por todas estas razones, la FAO (Organización Mundial para la Agricultura y Alimentación) hace tiempo que renunció a su uso. Sin embargo se han estado utilizando hasta hace poco por países en desarrollo. Pero no es este el problema más grave, sino que en estos países hay abandonadas enormes cantidades de plaguicidas tóxicos y obsoletos, que son un peligro mortal para la salud humana y el medio ambiente. La FAO ha pedido un cuantioso incremento de donaciones urgentes de los gobiernos y la industria para acelerar las actividades de saneamiento, comparando la situación con una bomba de relojería. Según el experto de esta organización, Alemayehu Wodageneh, se necesitarán más de 30 años para sanear África y el Oriente Medio. Se estima que en todo el mundo hay muchos cientos de miles de toneladas de pesticidas obsoletos, ya sea prohibidos, descompuestos o peligrosos, y más de 100.000 toneladas de ese volumen está en los países en desarrollo. De estos plaguicidas, muchos son mucho más tóxicos y peligrosos que el DDT, como la dieldrina. Frecuentemente, estos insecticidas terminan en manos de personas menos informadas y pobres y los bidones se guardan a la intemperie, cerca de alimentos y mercados, con fácil acceso para los niños. Muchas de estas sustancias están contaminando los suelos, las aguas subterráneas, las agua de riego y las potables.
Artículo publicado en Cienciateca.com:
http://www.espaciovirtual.net/Epistem/HistoriasAnecdotasCiencia/ArticulosDigulgacionCienctifica/www.cienciateca.com/ddt.html
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El efecto invernadero y el dióxido de carbono
El dióxido de carbono es uno de los gases con efecto invernadero. Otros gases con este efecto que las actividades humanas emiten a la atmósfera son el metano, el óxido nitroso y los hidrofluorocarbonos, aunque es el dióxido de carbono el que contribuye en mayor medida que los demás.
El dióxido de carbono es una gas incoloro e inodoro, que se encuentran en la atmósfera en un 0,033 %. Es un gas muy común. Los animales y las plantas lo producimos en la respiración y también se produce en la combustión. No es un gas venenoso y sus efectos son nocivos cuando está concentrado debido a la falta de oxígeno, produciendo asfixia.
El dióxido de carbono, al ser producido por los animales y las plantas, se mantiene un nivel atmosférico constante del mismo. Pero también se produce en la combustión, cuando una sustancia con carbono se combina con el oxígeno en la combustión se produce dióxido de carbono. El hombre ha modificado el ciclo del carbono al talar los árboles, lo que disminuye las plantas disponibles al quemar carburantes fósiles. Además el problema se agrava porque al disminuir la superficie arbolada, se disminuye la capacidad de la atmósfera para eliminar el exceso de dióxido de carbono atmosférico. El efecto neto del aumento de la combustión y la deforestación es un incremento del nivel atmosférico de dióxido de carbono.
El efecto invernadero se basa en el hecho de que concentraciones crecientes de dióxido de carbono, principalmente y junto con otros gases de efecto invernadero, resultantes de las actividades humanas, pueden causar cambios climáticos al verse afectada la temperatura superficial de la Tierra. Este efecto se produce por la interacción entre la cantidad creciente de dióxido de carbono y la radiación que escapa de la Tierra. La mayor parte de la radiación solar incidente, compuesta por muchas longitudes de onda, no llega a la superficie de la Tierra. El ozono atmosférico filtra la mayor parte de la radiación ultravioleta, mientras que el vapor de agua y el dióxido de carbono atmosférico absorben buena parte de la radiación infrarroja, que se puede detectar en la piel en forma de calor. Como resultado, casi toda la luz que llega a la superficie se halla en la gama del visible.
Aproximadamente la tercera parte de la luz que llega a la superficie terrestre, vuelve a reflejarse hacia el espacio. La mayor parte de los dos tercios restantes es absorbido por materias inanimadas, tales como rocas, cemento, etc. Esta luz absorbida vuelve a emitirse en forma de radiación infrarroja, cuando la tierra se enfría. La luz de estas longitudes de onda más largas es absorbida por el dióxido de carbono atmosférico, liberándose calor, que hace subir la temperatura de la atmósfera. El dióxido de carbono se comporta, en realidad, como un filtro de un solo sentido, permitiendo que pase la luz visible en una dirección, pero impidiendo que la luz de una longitud de onda mayor se desplace en sentido opuesto.
El hecho que se produce es claro: las temperaturas medias de la Tierra aumentan, produciéndose un calentamiento a nivel global.
Hay un hecho innegable, en los últimos 130 años la temperatura del planeta ha crecido un 0,6 ºC. El planeta se está calentando, pero también lo ha hecho de forma natural varias veces a lo largo de su historia. En efecto, durante un cierto período en la Edad Media, las temperaturas fueron tan calurosas que se llegaron a cultivar viñas en el norte de Europa. Incluso hay especialistas que opinan que pudiera ser, que en un tiempo no muy lejano entrásemos en una nueva era glaciar, ya que según ellos nos encontramos en un período interglaciar.
El clima está sujeto a una enorme cantidad de factores. Por estar razón no es sencillo determinar si el calentamiento del planeta se está debiendo a factores naturales o bien se está produciendo por la actividad humana. Las mediciones que se están efectuando en los glaciares no parecen dejar lugar a dudas: la Tierra se está calentando a marchas forzadas.
Se debe actuar con prudencia, independientemente de si este calentamiento es natural o se debe a la emisión de gases invernadero. ¿Qué se debe hacer? La solución es sencilla, pero difícil de llevar a cabo: reducir las emisiones de gases invernaderos y aumentar las superficies vegetales que actúan como sumideros de dióxido de carbono.
En 1997 se llegó a un acuerdo internacional para reducir las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero en el llamado protocolo de Kioto. Éste estipula que los 39 países desarrollados se comprometen a reducir sus emisiones en un 5,2% de media respecto a los niveles de 1990 y 1995, entre el 2008 y el 2010. El acuerdo afecta a seis gases, dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, hidrofluorocarbono, perfluorocarbonos y hexafluoruro de carbono. Las cuotas fijadas para cada país contemplan una reducción del 8% para los 15 miembros de la Unión Europea, Suiza y varios países europeos; del 7% para EE UU y Canadá, y del 6 % para Japón. Rusia, Nueva Zelanda y Ucrania, estando además obligados a estabilizar sus emisiones en el mismo tiempo.
Artículo publicado en todo-ciencia.com:
Mareas rojas y tóxina amnésica de los moluscos
Estimad@ amig@, si estás interesado en la contaminación de los mares, en la química analítica, en los ecosistemas marinas, en la salud humana a través de la alimentación, en la acuicultura marina, entre otros aspectos, te invito a visitar mi blog Mareas rojas y tóxina amnésica de los moluscos.
Abrí este blog con mi trabajo de investigación del doctorado, pero dado que era un tema muy especializado, nunca pensé que llegaría a tener tantos visitantes como he tenido. A todos les doy las gracias por sus visitas y su interés y también aprovecho para dar la bienvenida a todos los nuevos visitantes de este blog.
De la limpieza del agua dulce y del agua marina depende nuestro futuro.
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